Desarraigo y obstáculos en la vida universitaria.

Hasta el año 2018 la cantidad de estudiantes de la UNC proveniente de otras provincias, países y del interior de Córdoba ascendía a 678.551. Este número significa aproximadamente 20.000 estudiantes más que los oriundos de Córdoba Capital.

Los datos reflejan que una enorme cantidad de jóvenes todos los años se mudan de sus hogares para comenzar el proyecto de una carrera universitaria.

En este tránsito de la vida, para algunos jóvenes suelen aparecer algunas complicaciones. Es un momento crucial en el que se suelen encontrar con un sentimiento de desarraigo, una pérdida, que pueden sentir al tener que dejar su hogar para armar uno nuevo. Sumado a las complejidades que exige la vida urbana, y que son desconocidas para el que recién llega a Córdoba, los/as jóvenes deben poner en juego en esta etapa recursos personales que no siempre han tenido que utilizar antes.

La edad cronológica y las presiones de los familiares suelen apurar al joven, instalando una urgencia, que muchos no están preparados para afrontar.

Esta demanda puede provocar angustia, ansiedad y movilizar temores anteriores. Del mismo modo que se impone como exigencia el estudiar y rendir, la idea de adaptarse rápidamente y no extrañar a la familia y/o amigos, también es un “debería” que conlleva un alto costo psicológico y emocional.

El sentimiento de desarraigo se presenta como la sensación de ser ajenos, y como la pérdida de algo íntimo. La seguridad con la que el sujeto se sentía capaz de andar por la vida puede desestabilizarse. Habitualmente puede sentirse en la relación con el espacio físico; en lo social, los vínculos familiares o lazos con amigos y conocidos; y en lo cultural, ligado a los valores, costumbres, ideales y rutinas. Este sentimiento de desarraigo puede ser muy sutil o puede hacer tambalear la vida de la persona.

Este tambaleo que puede aparecer en el transcurso de los primeros años de la carrera universitaria, también puede manifestarse en trabas y dificultades que obstaculicen el seguimiento de la carrera.

Algunos de estos malestares y síntomas pueden ser: insomnio, ataques de pánico, inhibiciones, desorientación a la hora de tomar decisiones, retraimiento, extrañeza, impedimentos para rendir o cursar etc. También aparecen síntomas que se sienten en el cuerpo como dolor de cabeza, taquicardia, gastritis etc, que se hacen más llamativos aun cuando quien los padece consulta con el médico y no hay explicación orgánica que los justifique.

Estas crisis pueden durar un tiempo, que no es el del reloj, si no, el que le lleve a cada uno. Muchas veces, los jóvenes encuentran respuestas por si mismos para orientarse, pero cuando este trance no encuentra su salida, aparecen los síntomas mencionados y el sufrimiento es muy grande, los jóvenes y muchas veces sus padres, son quienes piden ayuda a un profesional.

En los tiempos que corren, donde los resultados deben ser inmediatos, y donde se ofrecen desmedidamente recetas e indicaciones ilusorias para lograr la felicidad o alcanzar los ideales, el espacio de análisis es justamente lo contrario, es un lugar para la escucha y la pregunta, donde se ofrece un espacio de elaboración, y reelaboración, de un saber que el paciente lleva a terapia pero que desconoce, y sin embargo, está en directa relación con él y su sufrimiento. Se trata de que quien sufre, tenga la oportunidad a tomar la palabra, haciendo lazo con el analista para encontrar el camino que más le convenga a cada uno.

Así como las razones por las que cada uno ha llegado a entrar en una crisis son particulares, ya que la historia y las coordenadas de vida son únicas para cada persona, la salida no es para todos iguales.

Es posible que cada quien pueda construir respuestas singulares, a la medida de su deseo al salir de este laberinto. El cursado y sostén de la carrera universitaria no es la única salida ni garantiza la felicidad. Hay otras elecciones de vida y otros inventos útiles y funcionales.

Para concluir, podemos decir que armar el arraigo no tiene que ver con el lugar de residencia, si no con la construcción de las propias raíces, con poder creer y enlazarse a algo que le sirva a cada uno, como anclaje para andar por la vida, una vez que la persona logra este lazo y encuentra un rumbo, podrá viajar a donde quiera sin desorientarse.



La cifra de estudiantes citada en este texto fue extraída del Anuario Estadístico UNC 2017.Arnaldo Mangeaud ... [et al.], 1a ed . - Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2018.